La Discusion
En pleno centro de nuestra ciudad vivían la madre y su hija en una modesta casa. Las mujeres de un tiempo a esta parte tenían serias peleas, parecía que cada vez se ahondaban las palabras hirientes, los amagues de golpes, hasta las salidas violentas de ambas a fuera de la vivienda.
Ocurrió que, estando muy peleadas, la madre sufre un paro cardiorrespiratorio que la lleva a ser hospitalizada en grave estado. Aun ante esta situación, la hija no se acercó, ni se interesó por el estado de su madre, la cual muere en una madrugada. Por compromiso social la joven asiste al velatorio, donde recibió las condolencias del caso. La mujer no sintió en ningún momento remordimiento por tantas discusiones, es más, sentía una gran liberación.
Luego de las exequias la hija regresó a su casa sacando todas las pertenencias de su madre del ropero y colocándolas en una caja grande. Al otro día cuando continuó con el trabajo de cambiar cuadros, portarretratos, observó que el ropero estaba abierto con toda la ropa de la difunta colocada prolijamente en las perchas. Cuando buscó la caja grande, ésta estaba vacía. Nadie estuvo esa noche en la casa, solamente ella. Al día siguiente cuando se levantaba de dormir, encontró el balde lleno de agua, el trapo de piso y el haragán colocado junto a la puerta de su dormitorio. Entonces recordó que una de las más recurrentes peleas fue por la limpieza de la casa.
Así en varias ocasiones todas las cosas que le molestaban a la madre muerta se manifestaban dentro de la casa, como la ropa que no le gustaba que usara su hija, estaba en el cesto de basura, los cigarrillos tirados dentro del inodoro, los cuadros retirados y guardados nuevamente se ubicaban en su lugar… En definitiva, sin la presencia física, la madre estaba con ella, ya no discutía, pero se manifestaba de otra forma.
La situación llegó a su punto cúlmine cuando una noche, al despertarse, observó a su madre sentada en el sofá del living, como siempre ella lo hacía, cruzando sus piernas y sosteniendo su cabeza con una de sus manos. Esto la llevó a consultar a gente que sabe de estas cosas, quienes le sugirieron que hable dentro de su casa, pidiéndole perdón de forma muy sincera por tantas peleas, y que se vaya a descansar en el lugar donde están todas las almas. Por último, habló con un sacerdote al que le pidió que celebrara una misa por el eterno descanso del alma de su madre. Posteriormente la paz regresó a la vivienda de esta joven, que necesitaba reconciliarse con quien le dio la vida, pero en esta situación, luego de la muerte.
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