La ouija de Hallowen



La ouija de Hallowen



Escribe: Maury Agüero 

  

Hace un tiempo, un grupo de jóvenes decidió como todos los Halloween jugar con una tabla Guija, el tablero dotado de letras y números con el que supuestamente se puede entablar contacto con los difuntos. Como era la costumbre, los cinco amigos decidieron a modo de encuentro, ubicarse bajo del monumento de la corona en la plaza de La Alameda. Era un lugar distinto, ya que cambiaban a cada año, buscando un sitio que cumpla con los requisitos para el “juego”, un lugar pulcro, santificado, concurrido de día y vacío de noche, y que la infraestructura obtenga cinco lados imitando a la estrella de David, presente también en la tabla Ouija. 

Con estos requisitos listos, los jóvenes empezaron a jugar, sin pensar que esa noche el juego cambiaría sus vidas para siempre. Todo comenzó a las 3:00 de la madrugada, después de pronunciar unas palabras obligadas para el ritual y luego de eso, surgió el contacto con el espíritu de Maryah, una mujer conocida por los partidarios, porque siempre hacían contacto con ella, que había vivido en el 1800. Maryah era una mediadora para que otros espíritus puedan hacer contactos con estos chicos. 

  

En primera instancia, Maryah hizo contacto con un espíritu bueno, pero los chicos ansiosos por preguntar casi hacen que se enfurezca, y esto es peligroso porque nunca se sabe cómo pueden reaccionar. Si es de mala manera, según me comenta, sería difícil de cortar esa comunicación. Pero los jóvenes entendieron el mensaje y pudieron seguir realizando este contacto. La primera pregunta que le realizaron fue el nombre, ellos lo trataron como si fuera una persona y no un espíritu, a lo que les respondió “Henodag”, y que él conocía mucho a uno de ellos. Todos se miraron sorprendidos, pero ninguno conocía a nadie que haya vivido con ese nombre, y les llamó la atención lo raro del nombre. Dejaron pasar esto y siguieron preguntando en qué año vivió, respondiéndoles que, a comienzos de 1910, y que falleció joven, pero no les respondió por qué. 

  

 Hasta ahí fue una charla común como las que solían concretar, pero este espíritu estaba interesado en una persona, sí, en la misma que dijo conocer, y a pesar de no poder hacer preguntas sobre el futuro, le dijo que su hijo llevaría el mismo nombre y que, además, el resto de su vida estaría con él. Todos quedaron más que sorprendidos y quisieron cambiar la conversación, porque se sentían incómodos al no saber a quién iba dirigido el mensaje. Dijo aquel espíritu, por último: “yo fui el que te gritó esa vez”. Todo era raro, pero terminó ahí. 

Antes de retirarse dijo que hacía mucho que no había probado un cigarrillo. Pidió un cigarrillo escribiendo “sé que vos fumas, te conozco, convídame uno…” Todos se tocaron los bolsillos fijándose si tenían un paquete o un cigarrillo, y en ese momento sólo la persona que me contó este suceso disponía de un cigarrillo. Entonces comenzó a darse una idea y no paro de pensar en este espíritu, y en todo lo que le había dicho. Sacó el cigarrillo y Henodag le dijo que sólo lo encienda y lo asiente en la cajita de acrílico que usaban como copa, de inmediato se empezó a consumir hasta un poco más de la mitad. “Fue un momento gracioso, lo hizo como un desesperado” me comentó, mientras miraban asombrados cómo la cajita acrílica se llenaba de humo, que de a poco se fue desvaneciendo. Sin mediar más palabras, el espíritu decidió retirarse. A esta charla todos la notaron un poco rara, no era normal como las que antes habían tenido, pero les había gustado y querían seguir jugando. 

  

Volvieron a convocar a la intermediaria, y decidieron aumentar la apuesta pidiendo charlar con un alma mala, que estaban dispuestos a lo que sea. Maryah les recomendaba que no lo hicieran, que no era bueno, que hasta donde habían llegado era suficiente. Así la noche transcurrió y la constante petición de los jóvenes se hizo real, ya que sin llamar a nadie ingresó un espíritu que solo quería molestarlos. Al principio no hacía caso a las preguntas frecuentes, sólo comenzó a dibujar sobre la madera un 8 o el símbolo infinito “∞”. El movimiento era cada vez más brusco, que casi llegan a soltar la pequeña caja. Cuando se dieron cuenta que con quien trataban no era nada bueno, en silencio se quedaron mirando con cara de asombro ese movimiento, sólo el sonido del roce contra la madera, una y otra vez. Hasta que, en un momento, repentinamente paró. 

  

Maryah se despidió de los chicos para no volver a tener contactos con ellos, y al instante las luces de la plaza se apagaron. De la nada aparecieron dos policías y la cajita, que estaba boca abajo, terminó dada vuelta. Esto último tal vez sea una secuencia del destino, o tal vez no. Pero lo que sabemos es que luego de ese Halloween nunca más volvieron a jugar. El muchacho que relató este suceso me comentó que luego de un tiempo se puso a analizar de dónde conocía y de qué había hablado este espíritu, si murió muchísimo antes de que el naciera. Se dio cuenta que le hablaba en códigos, y fue entendiendo el mensaje que tenía. Hacía un tiempo atrás hizo un par de viajes astrales, donde sufrió la consecuencia de no poder regresar a su cuerpo, y una voz hizo que regrese. Hubo una serie de consecuencias, que en otro número contaremos con más detalles, y la sorpresa más grande se dio cuando nació su hijo: a la hora de ponerle el nombre, no se dio cuenta que combinando las letras era el mismo que había charlado esa noche de Halloween. 

 







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